Hugo Almanza Durand – Mi última lección

Mi última lección

Autor : Hugo Almanza Durand

Querido alumno:

Para ser feliz no importa lo que el mundo te ofrezca,
sino lo que tú puedas ofrecer,
porque todo lo que se da regresa,
y ante los ojos del Señor
sólo valen las buenas obras.

Al final no te llevarás lo que has guardado,
sólo se irá contigo lo que has hecho
en favor de los demás;
es decir, lo que has dado.

Nunca te quejes, la vida no es fácil,
camino sin piedra no es camino.
No te compares con nadie,
mídete contigo mismo;
es la única manera segura de avanzar.

Ningún ser es infalible, acepta tus errores,
los ajenos no justifican los tuyos.
Pide que te disculpen y corrígete.
La humildad es una virtud maravillosa,
casi inalcanzable, pero no imposible.

Con los años aprenderás que son los atajos
los que alargan el camino,
que la ruta más rápida y segura
es la que ya conoces.
Que nada es gratis en la vida.

Que todo debes ganártelo o merecerlo.
Que ser útil es mejor que ser importante.
Aprende a dominar tus iras.
Sé tolerante, cuántas veces lo serán contigo.

Jamás agredas, no olvides lo que dijo el poeta:
«El golpe daña más al que lo da, que al que lo recibe».
Estira la mano sólo para dar o ayudar.
Quiere a tus parientes y amigos con
todos sus defectos o correrás
el riesgo de quedarte sólo porque
el ser perfecto no existe.

Y acostúmbrate a escuchar;
los consejos no se discuten, se agradecen.
Recuerda que la belleza es fugaz,
que el poder es circunstancial
y que la riqueza es ajena.
Que a fin de cuentas, sólo es tuyo
lo que consumes.

Que por más dinero que tengas,
no serás mejor, no sabrás más,
ni serás más bueno.
Ni siquiera podrás comer
o dormir más que cualquier mendigo.

En todos los actos de tu vida trata de ser justo,
piensa en los demás;
deja que tu corazón cumpla con su deber,
su destino es querer;
para éso lo hizo Dios.
Por lo menos éso pensamos los maestros.

Aprende a valorar el amor que te dan,
siendo poco, tal vez sea lo máximo
que puedan ofrecerte.
No todos tenemos la misma
capacidad de sentir y de dar.
Dichoso tú si puedes hacer feliz al ser que amas.

Cada vez que sientas ternura por los tuyos no te contengas.
Todos tenemos una necesidad increíble de cariño.

Sea cual fuere tu edad, ten tus cosas en orden;
el Señor puede llamarte en cualquier momento.
Enseña a vivir con amor a tu familia;
si están alejados o resentidos, perdónense, nunca es tarde.
La vida es tan corta.

Quiéranse mucho, ahora que pueden hacerlo,
que están presentes, que es físicamente posible.
Recuerda hijo, que mañana si no los aparta la vida,
lo hará la muerte.

Ojalá que estas líneas te ayuden a vivir mejor.
Hasta siempre.

Tu maestro.

Mario Benedetti – Vas a parir felicidad

Vas a parir felicidad

Autor : Mario Benedetti (1920-2009)

Vas a parir felicidad
yo te lo anuncio tierra virgen
tras resecarte dividida
y no hallar nada que te alivie
como un abono inesperado
absorberás la sangre humilde.

vas a parir felicidad
en un futuro que no existe
vas a parir felicidad
mientras en huertos imposibles
la limpia baba de dios padre
cae como diluvio triste.

vas a parir felicidad
yo te lo anuncio tierra virgen
después de hundirte surco a surco
y como vieja tumba abrirte
después de alzarte como un hongo
y deslumbrarnos como un cíclope.

vas a parir felicidad
y no habrá almas disponibles
vas a parir felicidad
como una bendición horrible
y nadie habrá de recogerla
en un futuro que no existe.


Amado Nervo poema : El arte de la felicidad

El Arte de la felicidad

Autor : Amado Nervo (1870-1919)

La felicidad no depende
de lo que pasa a nuestro alrededor,
sino de lo que pasa dentro de nosotros;
la felicidad se mide por el espíritu con el cual
nos enfrentamos a los problemas de la vida.

La felicidad es un asunto de valentía;
es tan fácil sentirse deprimido y desesperado.
La felicidad es un estado de la mente.
No somos felices en tanto no decidamos serlo.

La felicidad no consiste en hacer
siempre lo que queremos;
pero sí en querer todo lo que hagamos.
La felicidad nace de poner
nuestros corazones en nuestro trabajo y
de hacerlo con alegría y entusiasmo.

La felicidad no tiene recetas;
cada quien la cocina con la sazón
de su propia meditación.
La felicidad no es una posada en el camino,
sino una forma de caminar por la vida.

Pablo Neruda poema : Oda al día feliz

Oda al día feliz

Autor : Pablo Neruda (1904-1973)

Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra
el aire canta como una guitarra.

Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque si, porque respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.

Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.

Yalal ad-Din Muhammad Rumi – Un momento de felicidad

Un momento de felicidad

Autor : Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207 – 1273)

Un momento de felicidad,
tú y yo sentados en la baranda,
aparentemente dos, pero uno en alma, tú y yo.
sentimos el Agua de Vida que fluye aquí,
tú y yo, con la belleza del jardín
y el canto de las aves.
Las estrellas nos mirarán,
y les mostraremos
lo que es ser una fina luna creciente.
Tú y yo fuera de nosotros mismos, estaremos juntos,
indiferentes a conjeturas inútiles, tú y yo.
Los papagayos del paraíso harán el azúcar crujir
mientras reímos juntos tú yo.
de una forma en este mundo,
y de otra en una dulce tierra sin tiempo.

Sor Juana Inés de la Cruz poema : Finjamos que soy feliz

Finjamos que soy feliz

Autor : Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)

Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá prodréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,
que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.
Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es negro
el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censura
al alegre de liviano;
y el que esta alegre se burla
de ver al triste penando.

Los dos filósofos griegos
bien esta verdad probaron:
pues lo que en el uno risa,
causaba en el otro llanto.

Célebre su oposición
ha sido por siglos tantos,
sin que cuál acertó, esté
hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderas
el mundo todo alistado,
conforme el humor le dicta,
sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa
sólo es digno el mundo vario;
y otro, que sus infortunios
son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba
y razón en qué fundarlo;
y no hay razón para nada,
de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;
y siendo iguales y varios,
no hay quien pueda decidir
cuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,
¿por qué pensáis, vos, errado,
que os cometió Dios a vos
la decisión de los casos?

O ¿por qué, contra vos mismo,
severamente inhumano,
entre lo amargo y lo dulce,
queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,
¿por qué siempre he de encontrarlo
tan torpe para el alivio,
tan agudo para el daño?

El discurso es un acero
que sirve para ambos cabos:
de dar muerte, por la punta,
por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la punta usarlo,
¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer
discursos sutiles, vanos;
que el saber consiste sólo
en elegir lo más sano.

Especular las desdichas
y examinar los presagios,
sólo sirve de que el mal
crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,
la atención, sutilizando,
más formidable que el riesgo
suele fingir el amago.

Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben seguros
vuelos del ingenio osados,
que buscan trono en el fuego
y hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,
que si no se va atajando,
cuando menos se conoce
es más nocivo el estrago;
y si el vuelo no le abaten,
en sutilezas cebado,
por cuidar de lo curioso
olvida lo necesario.

Si culta mano no impide
crecer al árbol copado,
quita la sustancia al fruto
la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera
no estorba lastre pesado,
sirve el vuelo de que sea
el precipicio más alto.

En amenidad inútil,
¿qué importa al florido campo,
si no halla fruto el otoño,
que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenio
el producir muchos partos,
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza
ha de seguirse el fracaso
de quedar el que produce,
si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,
que, con la materia ingrato,
tanto la consume más
cuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señor
tan rebelado vasallo,
que convierte en sus ofensas
las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,
este duro afán pesado,
a los ojos de los hombres
dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿de qué sirve saber tanto?
¡Oh, si como hay de saber,
hubiera algún seminario
o escuela donde a ignorar
se enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente viviera
el que, flojamente cauto,
burlara las amenazas
del influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,
pensamiento, pues hallamos
que cuanto añado al discurso,
tanto le usurpo a los años.

Amado Nervo poema : La felicidad

La felicidad

Autor : Amado Nervo (1870-1919)

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el forestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!…

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad…!

Cristóbal Plantino – La felicidad de este mundo

La felicidad de este mundo

Autor : Cristóbal Plantino (1520-1589)

Poseer una casa cómoda, limpia, hermosa;
un jardín entre muros de fragantes olores;
poco afán, pocos niños; frutas, vinos y flores;
ser amado, en silencio, por una fiel esposa.

No tener deuda, pleito ni querella enojosa,
ni partición pendiente, ni disgustos ni amores;
contentarse con poco, no demandar favores,
ajustar sus designios a una norma virtuosa;

vivir con vida franca, vivir sin ambiciones;
sin respetos humanos, vivir devotamente;
haciéndolas sumisas, dominar las pasiones;

tener libre el espíritu y bien clara la mente,
cultivando su huerto, decir sus oraciones,
es esperar en casa la muerte dulcemente.

José Santos Chocano – El romance de la felicidad

El romance de la felicidad

Autor : José Santos Chocano (1875 – 1934)


Felicidad: yo te he encontrado
Más de una vez en mi camino;
Pero al tender hacia ti el ruego
De mis dos manos has huido,
Dejando en ellas, solamente,
Cual una dádiva, cautivo
Algún mechón de tus cabellos
O algún jirón de tus vestidos.

Tanto mejor fuera no haberte
Hallado nunca en mi camino.
Por ser tu dueño, siento a veces
Que no soy dueño de mí mismo…
Toda esperanza es un engaño;
Todo deseo es un martirio…

Felicidad: te vi de cerca;
Pero no pude hablar contigo.

Ya voy sintiéndome cansado…
Cuando en la orilla del camino
Me siento a ver pasar a muchos
Que hacia ti vayan cual yo he ido,
Tal vez te atraiga mi reposo,
Mi displicente escepticismo,
Mi resignada indiferencia,
Mi corazón firme y tranquilo;
Y, paso a paso, a mí te acerques,
Sin que yo llegue a percibirlo,
Y, al fin, sentándote a mi lado,
Hablarme empieces: -Buen amigo…

¿Será mejor el no buscarte?
¿Será mejor el ser altivo
En la desgracia y no sentirse
Juguete vil de tus caprichos?

Yo solo sé que cuantas veces
Con más afán te he perseguido,
Más fácilmente, hacia más lejos,
Más desdeñosa huir te he visto.
Yo solo sé que cuantas veces
Tornó perfil un sueño mío,
Felicidad, te vi de cerca,
Pero no pude hablar contigo.

Cristóbal Plantino : La felicidad de este mundo

La felicidad de este mundo

Autor : Cristóbal Plantino (1520-1589)

Poseer una casa cómoda, limpia, hermosa;
un jardín entre muros de fragantes olores;
poco afán, pocos niños; frutas, vinos y flores;
ser amado, en silencio, por una fiel esposa.

No tener deuda, pleito ni querella enojosa,
ni partición pendiente, ni disgustos ni amores;
contentarse con poco, no demandar favores,
ajustar sus designios a una norma virtuosa;

vivir con vida franca, vivir sin ambiciones;
sin respetos humanos, vivir devotamente;
haciéndolas sumisas, dominar las pasiones;

tener libre el espíritu y bien clara la mente,
cultivando su huerto, decir sus oraciones,
es esperar en casa la muerte dulcemente.